¡YA ERA HORA! Esta exclamación expresa un deseo largamente esperado por la ciudadanía vasca y española. Alegría, alivio, satisfacción, esperanza son los sentimientos  a raíz del alto el fuego permanente declarado por ETA.

 

Un largo camino de dolor, sufrimiento, intolerancia en el que han ido interviniendo diversos factores, que cada uno de ellos ha contribuido de diferente manera a este principio del fin: la intervención del aparato represivo del Estado; la dispersión de los presos, la criminalización del entorno político y social de la llamada izquierda abertzale (proceso 18/98, cierres de Egin y Egunkaria, ilegalización de Batasuna,....); el agotamiento de una lucha armada (más o menos discutible en sus comienzos), cuya deriva final hacia un terrorismo sin sentido e irracional debilita fuertemente las posiciones de la izquierda abertzale; la importantísima colaboración del gobierno francés, así como el aislamiento internacional; la aparición de una terrorismo, mucho más brutal e indiscriminado; la necesidad de la participación política sustituyendo a la intervención militar; el hartazgo de la ciudadanía en general; y como último paso hasta este momento, las conversaciones entre las partes, ETA y el Estado, en el que el dialogo y la superación de desconfianzas ha sido fundamental para este primer paso.

 

Proceso de dialogo, largo en el tiempo que deberá continuar sin prisas, en el que todas las partes han tenido que convencer a sus miembros desconfiados. Dialogo que  a diferencia de otras veces ha sido más participativo y amplio, por consecuencia la decisión ha sido mucho más compartida que en anteriores ocasiones.

 

Han sido 40 años que han marcado de forma dramática la vida política vasca y española, en las que las víctimas han sido numerosas en ambos lados. Víctimas que merecen todo el respeto, todas. Pero como siempre se olvidan otras víctimas, las que no cuentan, que las hay, las que no figuran en ningún lado pero existen, aquellas que están al margen de los “unos y los otros” o el “conmigo o contra mí” que ha sido el centro de la vida política vasca. Por lo tanto, tenemos víctimas directas, indirectas, marginadas y olvidadas. Asociaciones de víctimas con diversos intereses: políticos, de grupo, de poder, personales,.... El hecho de ser víctima siendo totalmente respetable y las  debemos tener presente en todo momento para no caer en el olvido, no es garantía de nada. Las víctimas reales son los muertos y estos no hablaran.

 

El primer paso ya está dado, ahora como dicen los políticos hay que seguir la hoja de ruta establecida. Ruta difícil en la que surgirán acuerdos y desacuerdos, acercamientos y amagos de ruptura, reproches y acusaciones de no cumplimiento de la palabra y las promesas hechas que cada cual entenderá y explicará según sus intereses, así como la culpa siempre será del otro. Ruta en la que algunos intentarán poner muchas piedras movidos por los odios e intereses inconfesables (incluso algunos dirán del Estado), por aquellos que quieren derrotar (masacrar) al enemigo, sean de un lado o del otro, unos con el paraguas del estado de derecho, otros con el sacrosanto derecho de los vascos a ser nación, cada cual utilizando sus víctimas, ambos insatisfechos con el resultado y lamentándose de tanto esfuerzo y sacrificio para esto.

 

A pesar de ello, todo apunta hacia una solución definitiva, por la metodología adoptada en la decisión, e indudablemente ello no comportará ninguna ruptura de España, ni nada que se le parezca, como así ha sido con el Estatut catalán. Las reivindicaciones del marco territorial, la autodeterminación, la soberanía,... se llevarán al campo político y ahí, se irán dirimiendo dentro de  las llamadas reglas democráticas y el marco constitucional. E inevitablemente este primer paso conllevará la solución de los presos y refugiados en un tiempo prudente, de forma progresiva, paso a paso, distendiendo la situación poco a poco.

 

El primer paso dado, que unos entienden como generoso, otros como trampa, y otros , como eso, como un paso, creador de este nuevo ambiente, no puede quedarse ahí, necesita seguir avanzando, ya que el paso del tiempo sin ningún avance llevaría al pudrimiento de esta nueva situación de esperanza.

 

Un primer paso plasmado en un comunicado que habla de la utilización de las vías democráticas, y nada tiene que ver con el estilo amenazante de anteriores comunicados. Un primer paso que lleva implícita la derrota o al menos el reconocimiento de no poder conseguir los objetivos para los cuales fue creada la organización.

 

En principio, al proceso se han apuntado todos, a pesar de algunos por todos conocidos. Las informaciones que han recibido todos,  han salido y salen de los mismos centros de información y todos coinciden “en que esta vez sí”. No salir en la foto puede ser contraproducente para los intereses políticos de todos, sean partidos políticos, sean asociaciones de víctimas,....aunque cada cual tendrá que hacer encaje de bolillos para tener contentos a sus disidentes y más de uno deseará profundamente el fracaso.

 

Al menos, esperemos que esta nueva situación sea suficiente como para aligerar la insoportable, nula, frustrante, confrontación política, hablando en términos generales.

 

Valorando muy positivamente la nueva situación política, y la enorme alegría que nos produce el que muchos ciudadanos amenazados puedan moverse con normalidad y otros aspiren a hacerlo en el menor tiempo posible, y hagamos lo posible para que el proceso termine bien, somos conscientes, que la política  seguirá como hasta ahora instalada en general en su nulidad, marcada por la corrupción y la prevaricación; que los llamados y denostados terroristas pasarán a ser ciudadanos de bien, que ejercerán como políticos, cargos de la Administración , gerentes,... (nada es nuevo ya existen en las sociedad vasca y española actualmente, no es el primer proceso de paz), habrá que buscar trabajo prioritariamente para otros al margen de las listas del INEM; habrá que facilitar la creación de nuevas ONGs con la misma finalidad; facilitar la creación de negocios,..... y el entusiasmo del momento, favorecerá los buenos resultados electorales de la izquierda abertzale para preocupación de otros que perderán electos.

 

El hecho de que la izquierda abertzale vuelva a estar en las Administraciones vascas, sean locales, provinciales, autonómicas o estatales, no es garantía para que cambien en positivo la gestión de lo público, ya hemos tenido experiencias anteriores, y han privatizado servicios, para ser eficaces, como otros y se han servido del poder de forma interesada.

 

Y como siempre, esa mayoría anónima necesaria en todos los procesos de lucha, que se han entregado al mismo de buen corazón , creyendo en la bondad y legitimidad de los objetivos planteados, al menos se quedan con la satisfacción que todo se ha acabado, aunque no sea a gusto de todos. Está mayoría saldrá a manifestarse a la calle para que el proceso sea definitivo como así fue el pasado 2 de Abril con el lema “Es tiempo de solución”, sin olvidar en este caso el componente partidista de la misma (que no es bueno). Manifestación que hubiese sido un verdadero clamor si hubiese habido capacidad para hacer un llamamiento más amplio y menos partidario y hubiese recogido mucho mejor el actual sentimiento generado por el alto el fuego permanente.

 

Esta situación de gracia en la que nos encontramos los vascos no significa que todo está arreglado: los odios, los rencores, los sectarismos, las desconfianzas,... se irán dulcificando, pero seguirán estando presentes, así como el peligro del frentismo que sería conveniente superar.

Partícipes de esta situación de alivio y esperanza, no olvidamos otros problemas permanentes que sufre la sociedad vasca. No resuelve otros problemas de libertad, justicia e igualdad sometidos a otro tipo de violencia (el tema de la violencia no se puede simplificar como se ha hecho hasta ahora): los excluidos y marginados, la pobreza, los sin techo y tantas injusticias y desigualdades que afectan a la dignidad humana. En Euskadi, ni ha habido, ni había , ni hay ningún proceso revolucionario, tan siquiera ni un atisbo, en Euskadi había un ataque añadido a la libertad: muertos (asesinatos), torturas, extorsión, amenazas, cierres de periódicos, organizaciones políticas ilegalizadas, recortes en los derechos de manifestación y huelga......que imposibilitaba el debate totalmente, y distorsionaba cualquier planteamiento al margen de  los unos y los otros, en una lucha por el poder, el resto eran justificaciones políticas.

 

Esta situación ha convivido y sigue conviviendo con un capitalismo en un estado de salud muy alto para el capital, con unos beneficios espectaculares, escandalosos e insultantes para la dignidad humana, producto de la explotación en condiciones laborales cada vez más denigrantes. Euskadi, como Cataluña, Andalucía o España, o cualquier país de Occidente esta bajo el control del capital globalizado y transnacional, con un Gobierno a su servicio, como cualquier otro, donde sus organizaciones políticas sean vascas, españolas o medio españolas-vascas con su actuación, no cuestionan radicalmente el neoliberalismo, ni el pensamiento único (que es único en todos los idiomas), sino que hipócritamente como mucho pretenden darle un cariz más humano, con un sindicalismo mayoritario cualquiera que sea su tendencia, reclamen o no el marco de relaciones laborales, son tan institucionales como en cualquier otra área geográfica.

 

Una sociedad vasca tremendamente consumista, cuya huella ecológica es de 4,66 hectáreas por habitante cuando la misma debía ser de 1,9, con todo lo que ello conlleva de insolidaridad, especialmente con el tercer mundo y los menos favorecidos. Si todos consumiesen como los vascos necesitaríamos casi dos Tierras y media.

 

Una sociedad donde la distribución de la riqueza es totalmente injusta y desigual, donde la pobreza en distintos grados es una realidad, donde el trabajo cada vez es más precario y peor pagado y el empeoramiento de las condiciones de trabajo con la fractura social que conlleva es galopante.

 

Durante el año 2.005 el 92 % de los contratos laborales firmados en el País Vasco han sido temporales. La siniestrabilidad laboral creció de forma generalizada, el 17 % en accidentes mortales. 900.000 personas viven por debajo del umbral de la pobreza, sin tener en cuenta a los trabajadores de la economía sumergida, las amas de casa, inmigrantes, los sin techo. A pesar de que 2.005  más trabajadores que nunca se han quedado  sin convenio (muchos de ellos se arrastran de años anteriores), la conflictividad laboral no ha aumentado como prueba de la incapacidad sindical. Los capitalistas vascos se internacionalizan rápidamente y aumentan en gran cantidad las inversiones en países donde la explotación sea más fácil para seguir aumentando sus beneficios, y un larguísimo etcétera.

 

Bienvenido el alto el fuego permanente, y siendo fundamental su solución definitiva, no es la única injusticia, ni la única prioridad, hay otras muy sangrantes a resolver.

 

Hernani, 20 de Abril de 2006. Jose Mari. Olaizola